Después nuevo dilema de contrapuntos sonoros programados al mismo tiempo. Como aún era temprano y por el recinto me podía mover con soltura decidí partir en dos mis visionados para catar el amargor de LOCK UP con una clara referencia grindcore de raíz pasada de vueltas, teniendo como aliciente en la batería a ese bruto llamado Nicholas Baker y en el bajo a Shane Embury de Napalm Death, pues no olvidemos que aunque aquí toque otro instrumento es su proyecto paralelo. Y como no me terminé de convencer probé del café con leche que ofrecía DELAIN, banda holandesa de Martijn Westerholt, quien fuera teclista de Within Temptation. El café y la leche iba a partes iguales entre la voz de niña buena de ella (Charlotte Wessels) y la del tío que con su voz gutural machaca todo aquello que suene angelical, en este caso era George Oosterhoek (Orphanage) quien ya participara como invitado de la banda en el primer disco “Lucidity”. El azúcar lo ponían en distintas proporciones los compañeros de faena, con mesura, y si te gustaba la temperatura del sonido pues mojabas tu galleta en su música y bueno, creo que así ya merendabas a gusto. La verdad es que molaron.
WASP hicieron uno de los conciertos sobresalientes de la tarde. No escatimaron en el tiempo y en una hora recorrieron buena parte de sus canciones más representativas. Las gafas de Blackie Lawless por el sudor o porque no le encajaba la montura bien, fueron protagonistas de un continuo tic del cantante, maniobra que iba tan acelerada como la hoja de sierra que Doug Blair lucía en una de sus guitarras cuando se ponía a girar. Son de esas cosas decorosas que llaman la atención a nivel estilístico, pero lo importante fue que los cuatro fueron realmente jinetes del Apocalipsis.
STRATOVARIUS y CANNIBAL CORPSE, también programados a la misma hora eran la cara y la cruz en dos escenarios que algunos seguidores podían interpretar como extrañados. Mientras el gringcore de Cannibal sonaba rotundo, hiriente y te cautivaba por la forma tan espontanea que tienen de controlar un directo tan brutal y efectivo, Stratovarius eran relegados a tocar con muy mal sonido en el party Stage, donde con todo el respeto para las bandas que allí actuaron, al no estar ya Timo Tolkki con ellos parecían estar relegados a una categoría inferior. Ni lucieron, ni sonaron bien, ni me convencieron a pesar de tirar de clásicos entre cortes de su “Polaris” e intentar sin éxito enmarcar su show en los toques clásicos de su teclado.
EDGUY o hablemos mejor de Tobias Sammet, es una mente creativa y un músico muy querido en Alemania, amén de respetado, de hecho ya sabemos a estas alturas que Avantasia estará en la próxima edición. Salió a escena con el público ganado, con un escenario imitando decorados de piedra, y muy coqueto en imagen, una de sus particularidades. Con “Dead Or Rock” y “Speedheaven” empezó la cosa, de dudosa ecualización, mejorándose el sonido poco a poco. Tuvo por bandera el lenguaje del heavy metal que todo el mundo entiende. Le acompañó Michael Kiske en “Superhero” y “Labotory Love Machine”. Tuvo su momento para la balada sentimental en “Shine Me”, acompañado por las voces del público y entregó su corazón en “Sacrifice” a una persona en silla de ruedas en pleno show al tirarse con el una foto mientras cantaba.
FEAR FACTORY fueron como un ciclón haciendo que su sonido golpeara con rotundidad como si fuera un muro por todo el recinto, lo que hizo que TIAMAT, quienes actuaban al mismo tiempo en el escenario paralelamente opuesto notara como sus silencios y momentos musicales más suaves, eran arrebatados de la intimidad que necesitaban. La banda de Dino Cazares y Burton C. Bell, pues son los dos únicos integrantes originales que allí estaban, mostraron esa inquietud de sonido compacto y nervioso al hacer temas clásicos como “Shock” o “Demanufacture”, repasando con “Fear Campaign”, “Powershifter” y “Replica” su álbum más reciente. Mi ganas de ver a ambas bandas me haría oscilar entre los dos escenarios, algo que aunque no es muy aconsejable a veces no queda más remedio cuando se trata de dos bandas que te molan tanto.
Y UDO sería quien pondría el final a la fiesta de todos los días y de tantas sensaciones de bienestar acumuladas. Fue el icono correcto para repasar viejos clásicos de Accept entre composiciones propias ante un público reducido. La lluvia, que había respetado este año a los asistentes hacia su aparición, el frío de la madrugada golpeaba y el cansancio seguro que hacía mella. Con ese plantel podría decir que me hubiera conformado con haber visto un show de transición para reflexionar lo vivido e ir marchándome para brindarme un descanso antes de continuar camino al día siguiente, pero una vez más ofrecieron intensidad y espectáculo como si nos volvieran a meter en un nuevo comienzo de la edición de Wacken, puesto que no olvidemos que Udo Dirkschneider fue artífice de hacer que florecieran nuestras primeras emociones en el pistoletazo de salida con Skyline. Terminada la edición llega la conclusión: el círculo sigue su curso, y dentro de un año la nueva parada se llamará WACKEN 2011.
Raúl "Mr. Virus" García
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