Lo primero que un seguidor de Accept se le puede pasar por la cabeza si la banda decide regresar sin el carismático Udo es que eso no puede ocurrir. Teniendo en cuenta la experiencia de la poca repercusión de la época de David Reece en la banda, no sería una afirmación nada desacertada. Lo que pasa que después de darle una escucha a ese adelanto de “Blood Of The Nations”, su inminente nuevo trabajo, y ver cómo se las gasta Mark Tornillo, la cara se comienza a alegrar. Para empezar, Accept han sacado en esta nueva vuelta un disco a la altura de su nombre, pero es que, además, en esta ocasión la banda ha intentado mantener intacto el estilo que les hizo grandes. Mark Tornillo tiene un registro que se asimila lo suficiente al de Udo como para que no haya por qué hacerle ascos a esta nueva etapa de los alemanes. Más si de lo que se trata es de verles en vivo, donde al menos el sonido atronador de la banda liderada por Wolf Hoffmann está garantizado junto a un puñado de clásicos que son piezas angulares del heavy metal forjados, y a su vez forjadores, de su época dorada.
Después de (seguro) despotricar contra esta vuelta de la banda sin uno de sus iconos, muchos debieron pensar pelillos a la mar y vamos a disfrutar. La sala Rock Star Live recibió una estupenda entrada un domingo por la noche que no solo fue grande en número, también en entusiasmo. Una vez que uno se planta allí con las dudas de ver el funcionamiento de los Accept del 2010, el gusanillo entra en el estómago desde que en un ambiente plenamente heavy metalero una larga cola aguardaba a que las puertas se abrieran. Con el calor ya dejándose notar, siendo un concierto cerrado, casi se podía percibir esa sensación de los festivales al aire libre, que siempre nos han ofrecido la posibilidad de ver a nuestros grupos más míticos. Sin ir más lejos los propios Accept con Udo tocaron en el Metalway de Gernika en 2005 en una actuación irrepetible. Pues mira tú por donde, que presentándome en la sala sin unas expectativas muy grandes, el ambiente se contagió en todos y los himnos de estos monstruos del heavy metal ya comenzaban a venirse a la cabeza. La curiosidad por ver este concierto, esperando algo que me sorprendiera sin llegar a lo vivido hace cinco años, se había convertido en expectación.
Sin teloneros, con la gente ya impacientándose en espera de que el grupo apareciera, sonaban clásicos que más que amenizar el rato, acrecentaban las ganas de ver a la banda sobre el escenario. Ese momento finalmente llegó con un comienzo de los más explosivos que nos pudiéramos imaginar. Enlazar “Metal Heart”, “Midnight Mover”, “Living For Tonite” y “Restless & Wild” fue un subidón de adrenalina del que aún no me he recuperado. Y pensar que antes del concierto me preguntaba si la banda tendría pensado adelantarnos demasiados temas de su nueva creación.... Con este arranque ya se veían las intenciones del grupo: ante todo hacernos felices.
Pero no era un show nostálgico, es que estos temas han llegado inquebrantables como el acero hasta la actualidad. Que alguien me diga si hay muchas bandas que puedan permitirse el lujo de hacerte sentir estas canciones como si la historia del heavy metal se estuviera escribiendo directamente sobre ese escenario en ese preciso instante. Cualquiera diría, vistas las caras de ilusión de los músicos, que venían aquí a presentarnos por primera vez una pequeña colección de canciones que atesoran y que todavía tienen la necesidad de superar fronteras. La incógnita de Mark Tornillo dejó de serlo desde el primer instante en que apareció en escena con sus gafas de sol y su gorra en el mayor plan de rockero clásico. La banda no solo ha dado con un cantante a la altura de las circunstancias, ha encontrado una persona que se integra de lleno en estos Accept que sobrepasan los 30 años de andadura y que, sin tener que meterse en el papel de nadie, tiene por sí solo el suficiente carisma como para entablar complicidad instantánea con una audiencia que, en principio, le miraría con lupa. No le hizo falta ni examinarse porque disipó los interrogantes de un plumazo.
En pocos arranques de un concierto vamos a ver la sala tan patas arriba. No creo que nadie se hubiera librado ya a estas alturas de alzar el puño, pero es que la colección de irresistibles temas seguía. “Son Of A Bitch” nos seguía manteniendo en la primera mitad de los 80, de la cual seguiríamos sin salir (qué gozada) con “Loosers And Winners”, ni con “London Leatherboys”. Imposible que podamos reproducir aquí la fuerza que transmitía la banda. Un conjunto de músicos que se conoce en todos los casos de diferentes épocas y que nos deja constantemente esas imágenes de unión frente a su público. Tal vez un poco más en segundo plano se mantuvo Herman Frank, mientras que Peter Baltes fue un terremoto con su bajo y Stefan Schwarzmann una apisonadora a la batería con su implacable pegada.
Ya se habían estremecido los corazones, la euforia estaba desatada y seguro que alguno ya había soltado alguna lágrima cuando llegó el momento de demostrar que lo nuevo que nos presenta Accept puede encajar en un repertorio tan exigente. Así lo hizo “Teutonic Terror”, que objetivamente hablando, para una persona que desconociera lo que significan los temas anteriormente descargados, estaría a la misma altura. Solo que le falta ese don inexplicable de los clásicos, a los que volveríamos inmediatamente con un “Breaker” atronador.
Llegados a la fase central llegaría el momento de relajarnos, pero solo un poco. Wolf y Mark comienzan en solitario “Bulletproof”, de la época fugaz de los años 90. Posteriormente se acordaron de “Neon Nights”, donde el guitarrista destapó el tarro de las esencias. Se notaba agusto sobre las tablas Wolf Hoffmann que en el centro del escenario realizó el solo con una maestría digna de un guitar hero, de lo cual él nunca ha tenido imagen. Pero todavía hoy sigue rugiendo esa guitarra de forma rupturista y completamente distinta el resto. Precisamente luego enlazó con el espacio instrumental dedicado a su guitarra, desatándose en varias partes entre las que se encontró ese “El Bolero De Ravel”, que ya le conocíamos.
Pero el grupo no tenía ganas de darnos mucho respiro y nosotros agradecidos recibimos “Up To The Limit”. Un solo conjunto de bajo y batería da paso a “Demon´s Night”, que no era de las que me esperara en el repertorio, pero tampoco nos importó lo más mínimo que se acordaran de ella. Siguiendo con agradecimientos, que se acordaran de “Turn Me On” fue un regalo para muchos, ya que dentro de ese emblemático “Balls To The Wall” no es de los infalibles, pero hay que ver cómo cantó el público. Tras “Monster Man”, recordando un menos reconocido “Russian Roulette”, llegaría el turno de transformar la sala en una auténtica fiesta con el rock & roll de “Burning” para marcharse por primera vez del escenario. Nadie pensaba en ese momento en el fin, sino en lo que todavía quedaba.
A nada que conozcáis un poco a la banda sabréis que “Princess Of The Dawn” no puede faltar y fue con la que regresaron para volver a montarla parda con “I´m Rebel”, con la sala entregada y atronando como pocas veces. Y no, tampoco aquí iba a quedar la cosa porque con la banda volviendo a amagar su despedida comenzó a sonar la intro de “Fast As A Shark”. Aquí pongo el único reparo de la actuación a Mark Tornillo, que sufrió para cantar el estribillo. Mark es un cantante muy cortante, pero le cuesta hacer estas melodías. Se desquitaría con un “Balls To The Wall” en el que el público les hizo una gran labor. Vaya forma de responder por su parte. La gente hacía tiempo que se había rendido a los pies de Accept que, por si no lo habían percibido, así se lo demostró. Qué gustazo tiene que ser ver desde arriba del escenario a toda la sala cantando con los brazos arriba, a todo el mundo ofreciéndoles una especie de homenaje de esta forma. Nadie rehusó cantar uno de los himnos del metal más grande de todos los tiempos. Tanto es así que la banda terminaba, se despedía y la gente seguía coreándolo. Una épica despedida triunfal.
No exagero si digo que este es el mejor concierto que hemos presenciado esta temporada 2009/2010. Quien no confiara en ello por la falta de ese pequeño vocalista llamado Udo Dirkschneider, (que tanta gloria sigue dando en solitario al heavy metal) y decidiera quedarse en casa puede tirarse de los pelos con toda razón. Le queda el consuelo de que, a tenor de la compenetración del grupo y de la forma en que les vimos, estos prometen volver.
Texto y fotos:
ANTONIO REFOYO
antonio@lamiradanegra.es
MARI JOSE MARTIN
mari@lamiradanegra.es
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martes, 3 de agosto de 2010
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